El miedo que nos hace callar.
El miedo...
Sentimiento que no nació con nosotros, sino que fue creciendo con el tiempo a través de la educación y así llegamos a tener una actitud de vida de la cual muchas veces, nos encuentra en la recta final de nuestros días sin darnos cuenta que convivió con nosotros.
El miedo...
El que usan los poderosos para humillarnos, para doblegarnos, para mantenernos en la ignorancia; el mismo que muchas veces nos hace tomar caminos equivocados, dudar, tirar por la borda todo lo que construímos durante años; el que nos lleva a lastimar sin querer a seres amados, al amigo, al vecino, al compañero de trabajo, al empleado, al socio.
El miedo...
El que tenemos a una fuerza superior y nos obliga a vivir sin ética, sin rumbo, sin la actitud que se necesita para defender nuestros ideales.
El miedo... que nos convierte en cómplices silenciosos de los corruptos, porque necesitamos darle el pan nuestro de cada día a los hijos que supimos traer al mundo, casualmente... sin miedo.
El miedo...
Instalado en la sociedad subrepticiamente, por debajo de discursos cargados de eufemismos, por mensajes encubiertos de: «amor a la patria» «del deber cumplido» «hasta que la muerte los separe».
El miedo, que finalmente nos hace decir: «y...por algo será».
En ese instante y no en otro, es cuando los poderosos comienzan a reírse sin que los veamos, sin que sepamos que en ese preciso momento se adueñan de nuestras mentes, nuestras vidas y manejan a su antojo, nuestro miedo.
Sin embargo, siempre hay una luz, un ser que nos dice:
«Animate, hablá, levantate, empezá a recorrer el mundo de los valientes, decidíte y rompé con el silencio en el que te sumergió el miedo».
«NO AL SILENCIO, DARIO JEREZ ¡Presente! para mantener viva la memoria.
Antonieta Chiniellato-Santa Teresita- Partido de La Costa 23 de octubre de 2004