El primer mural que se pintó fue en Av. Costanera y 39, frente a la Carabela Santa María, pero ocurrió que quien alquiló el predio y puso una playa de estacionamiento, lo tapó con pintura blanca, sin ningún sentimiento de culpa. Amigos y familiares hablaron con los dueños del lugar, quienes se comprometieron volver a pintarlo, pero hasta la fecha no se ha pintado nuevamente el primer reclamo por Jerez.
El segundo paredón está en calle 5 entre 30 y 31; el tercero en calle 35 y 3 ; el cuarto en calle 32 y 15 y el pasado domingo 23 de junio se pintó el paredón donado por "Seguros la Perseverancia" en calle 13 y 33, todos en Santa Teresita.
Es realmente llamativo, que ante tanta impunidad, no solo haya personas que borren lo que la familia Jerez sigue reclamando por que haya Memoria, Verdad y Justicia con respecto a Darío, sino que en general no importa saber qué pasó con él.
Narra la obra de Leopoldo Marechal: “Antigona Vélez” que, cuando Ignacio Vélez hermano Antígona deserta de la civilización y se une a los indígenas, en una contienda con los soldados , mueren ambos hermanos Ignacio y Martín Vélez éste úlitmo se había quedado con “la civilización” . Después de la muerte de ambos a Martin Vélez le hacen todos los ritos y lo entierran honorablemente mientras que al traicionero de Ignacio Vélez, por pasarse al lado de los indígenas, lo habían dejado sin entierro por las órdenes de Don Facundo Galván.
Antígona, entiende que no puede dejar que su hermano Ignacio, no sea enterrado, porque siente que así desaparecería al no estar en un lugar en la tierra donde poder rendirle honores o recordarlo, por eso sin decirle una palabra a su patrón Facundo Galván, decide darle entierro al cuerpo de Ignacio, porque esa es la forma en que la sociedad continúe con la historia, al saber que pasó y donde están sus muertos.
Al enterarse Galván, manda a buscarla y ordena darle muerte por desobedecer sus órdenes, pero cuando le traen su cuerpo, viene junto a ella Lisandro Galván (hijo de Facundo) con quien Antígona mantenía una relación de amor. Ambos fueron enterrados por orden de Galván quien dijo: “Todos los hombres y mujeres, algún día cosecharán en esa pampa el fruto de tanta sangre”.
La historia está ubicada en el siglo XVIII, si bien Marechal la escribió en 1950, desde entonces se sucedieron muchos hechos sangrientos en nuestra historia, donde miles de hombres y mujeres están desaparecidos, es decir no fueron enterrados para que sus familiares y las futuras generaciones puedan recordarlos y escribir la historia. Es lo más terrible que le puede pasar a una familia, no saber donde están sus seres queridos, así hayan desaparecidos en la época de la campaña al desierto, en la última dictadura cívico - militar o durante un gobierno democrático.
Por eso sería muy saludable para nuestra evolución como especie, que quienes saben dónde está Darío, hagan un mea culpa y declaren; si pudo Facundo Galván reconocer su error ¿Por qué no lo puede hacer un mortal del Pdo. de La Costa?
Sabemos que hay personas que tienen información, que seguramente pasaran todos a los días delante de estos paredones que se lo recuerda. Llevarse a la tumba esa información no los va convertir en mejores personas, todo lo contrario, ojalá que a ninguno de ellos le pase lo que a Facundo Galván. Es mucho peor cargar con la bolsa de ser cómplice del silencio, que pagar por los errores cometidos.
Antonieta Chiniellato 25-6-13