no pudieron hablar de la soberanía usurpada con olor a estiércol y a sangre
no pudieron hablar de los estruendos
los bombardeos
los gritos del horror
nadie puede arrepentirse de haber acariciado los rostros gélidos de los pibes de la guerra
simplemente no pudieron hablar
veteranas
los genocidas las silenciaron
no pudieron hablar de cobardías ni de ajenas vergüenzas
no pudieron sentir orgullo de la medalla
(por haber pisado descalzas los charcos de sangre y de gusanos)
no pudieron sonreír al recuerdo sin presentir el vómito de esa cofradía de patíbulo
del asco provocado por los torturadores de soldados
de mazmorras y estaqueos bajo el hielo y el hambre
de desarmados corazones
de la derrota de una guerra dentro de un vaso de whisky
no pudieron hablar
sólo sentir mecerse con las corrientes marinas al cerrar los párpados
instrumentadoras de caricias
no pudieron hablar ni en democracia por el conjuro del silenciado ruido de los muertos
desde el amanecer de acero en el pantano austral hasta hoy
mudas
no hubo oídos para oír ni para dar paso a la pena
la historia no las nombra
pero cuando el silencio golpea a una mujer
el enunciado ausente
puede mutar en grito o en poesía
una de las caras del amor es la muerte
Mujeres de Malvinas
Durante la guerra de Malvinas (1982) hubo mujeres que prestaron servicios como enfermeras e instrumentadoras quirúrgicas civiles a bordo del buque argentino Irízar, otras en el hospital ambulante de Comodoro Rivadavia o en centros militares. A diferencia de las enfermeras inglesas, que eran profesionales y fueron condecoradas, las argentinas eran estudiantes, algunas menores de edad, que recién estaban comenzando. Fueron silenciadas por la dictadura y olvidadas por la democracia. Todas sufrieron de estrés postraumático y de las afecciones que tuvieron los veteranos, pero sin ayuda ni conocimiento de nadie. Todas tuvieron una vida muy difícil y “aún tienen en sus oídos los gritos de los soldados pidiendo por sus mamás”, según la investigación realizada por Alicia Panero, "Mujeres invisibles". Durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner presentan un proyecto de ley para que sean reconocidas como veteranas de guerra y reciban la correspondiente pensión. En 2009 se inaugura el Salón de la Mujer en la Casa de Gobierno, donde se incluye un cuadro de las mujeres de Malvinas y la imagen de otras mujeres silenciosas y anónimas, madres, abuelas, esposas, novias, hijas, hermanas, que están de espaldas, ingresando al Cementerio de Darwin, donde enterraron los cuerpos de los veteranos.